- Ejercen una fuerza sobre los malos espíritus del poblado, a los que expulsan perseguidos por su olor celestial- imagina podría ser uno de los comentarios supuestos.
Se encontraban casi siempre en el centro del círculo que conformaban las cabañas de tierra y paja, ocupando un lugar de privilegiado en la mayoría de los casos.
Como no llevaba un experto guía, el viajero insatisfecho se preguntaba “¿Qué tipo de planta será esa?”.
Un oportuno pinchazo a unos metros de una de esas pequeñas comunidades, le permitió sacar una fotografía. Mientras pulsaba botón de la cámara, sintió el denso olor a naturaleza, también el fino hedor que desprendían las cercanas cabañas, percibió el fuerte brillo de sus hojas erguidas y chillonas y apreció la variedad de objetos que se encontraban en su base.
Desde luego, lugar de reunión.
Intentó informarse y preguntó a las mujeres que salieron tímidas al encuentro.
No hablaban portugués. Ni con gestos lograron entenderse.
Mala suerte, se dijo.
Ahora, la curiosidad le corroe al ver la fotografía.
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Precioso ese "no se que arbol"...seguiremos con la duda, pues yo no tengo ni idea de cual puede ser su nombre propio.
ResponderEliminarDe todas formas, a veces, poco importan los nombres, si no la esencia y presencia.
Besotes.
Lo raro es que no sean más grandes. No parecen muy ancestrales, sino más bien plantados hace poco...Ya me picó la curiosidad a mí también.A ver si averigüamos algo!
ResponderEliminarBesos