6 de mayo de 2018

Trenes, y Bago / Myanmar (Birmania)


Tren Yangón-Bago

Estación de Myitkyina

En el mundo actual, lleno de AVE’s, rápidos Altaria’s, Talgo’s o los trenes-bala japoneses, ¿quién no añora con cariño aquellos trenes de mitad del siglo pasado, lentos, zigzagueantes, ruidosos, machacones y perezosos?. El viajero insatisfecho si los añora, en especial el que conoció de niño, aunque no en su tramo completo: el famoso tren de vía estrecha La Robla-Bilbao, y más, en concreto, el ramal del mismo estilo entre León y Matallana de Torío.  El origen del proyecto del ferrocarril de La Robla -según explica Wikipedia- “habría que buscarlo en la gran importancia adquirida por la industria metalúrgica en el País Vasco a finales del siglo XIX, y su considerable repercusión en el desarrollo industrial del norte español. El combustible fósil llegaba a los puertos vizcaínos por vía marítima, procedente de Asturias e Inglaterra en los mismos barcos que exportaban el mineral de hierro. Pero la brusca subida del carbón inglés entre 1889 y 1890 dio lugar a que el poderoso capital siderúrgico vasco buscase alternativas en las cuencas carboníferas leonesa y palentina. Fue entonces cuando surgió la necesidad de un medio de transporte eficaz y económico que uniera las emergentes acerías vascas con las aisladas cuencas mineras. El elegido fue el ferrocarril, que tras la Revolución industrial se había convertido en el transporte terrestre más ventajoso”.
Algunos recuerdos, e historia.
En la actualidad, y en cuanto a la red española de alta velocidad, es la más extensa de Europa, con 3.100 kilómetros, y la segunda más larga del mundo solo superada por la china. Pero este mochilero leonés debe ir al grano, a referirse a su última experiencia en trenes lentos, muy alejados del AVE actual. En su último viaje a Myanmar tuvo oportunidad de disfrutar de dos recorridos en este pausado transporte. Uno de ellos, le llevó prácticamente el día solar, salió de Myitkyina sobre los 8 de la mañana y llegó a Katha (su destino final) sobre las 5 de la tarde, cuando el sol comenzaba a dar sus últimas bocanadas. El otro trayecto, mucho más corto, fue entre Yangón y Bago, antigua capital birmana. En ambos trenes (en el primero de ellos acoplado en un anticuado pero cómodo asiento mullido de primera clase) disfrutó a sus anchas. No le pareció una pérdida de tiempo, sensación tan extendida en este mundo de prisas y atropellos. Disfrutó del paisaje, a veces semi selvático; otras, moteado de pueblos birmanos con vida, con gentes, con antiguas y pequeñas estaciones, con jolgorio aunque, quizás, todo ello entumecido por el carácter apacible de sus gentes.


Trayecto Myitkyina-Katha

Trayecto Myitkyina-Katha

El trayecto Yangón-Bago (alrededor de dos horas y media) lo utilizó de ida y vuelta. A juicio del mochilero leonés, un medio barato hasta la saciedad, con clásicos asientos de madera que le transportaron su mente a aquel viaje infantil en tren León-Villamanín, también lento y con duros asientos de tiras de madera. Su objetivo era visitar la antigua capital birmana de Bago. De acuerdo con la leyenda, el símbolo de la ciudad era una hamsa hembra (ave mitológica) sobre el lomo de una hamsa macho. A un nivel más profundo, el símbolo representaba la compasión del ave macho que ofrece a la hembra un sitio donde posarse en medio de un lago en el que solo había una isla. Por eso se decía que los hombres de Bago eran más gentiles que los de otras partes de Myanmar. Sin embargo, en la cultura popular birmana los hombres bromeaban diciendo que no se atrevían a casarse con mujeres de Bago por temor a ser dominados.
Este tímido mochilero, en su visita, no vio hamsa alguno.
Historias y leyendas.

Pequeños, entrado en un monasterio, en Bago


No tenía mucho tiempo para recorrerla queriendo, como quería, regresar a Yangón ese mismo día. Alquiló, una vez más, una moto-taxi con una misión clara: recorrer los lugares más emblemáticos de la ciudad en sólo tres horas. Esto ni es de empedernido y ducho viajero ni siquiera de un bisoño turista, pero era el tiempo que tenía y a ello se atuvo. De la visita  en si a la ciudad, más de lo mismo. Mucho templo, muchos budas, alguno de ellos gigantesco, y grandes estupas doradas.
Fin.
“¡Quiero, quiero, quiero volver a África!”.

Gigantesco Buda tumbado, en Bago


Copyright © By Blas F.Tomé 2018


4 comentarios:

  1. Nos traes unas referencias legendarias llenas de apertura y pequeño recuerdo que comparto plenamente. El tren siempre me parece que preserva la realidad del auténtico viaje.

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  2. Uy! El Ferrocarril de la Robla! Me tocaste la fibra. Cuantos recuerdos. Los viejos maquinistas decían, quien es maquinista de La Robla, lo puede ser de cualquier ferrocarril del mundo. No sé cuantos ferrocarriles del mundo conocerían para tal afirmación, pero si era duro. Me tocó servir como maquinista en el año 88 y 89 pero en el tramo Balmaseda-Mataporquera. Para un valenciano, era la primera vez que veía la nieve y era complicado trabajar en tramos como Arija, Bercedo y Espinosa de los Monteros. En los cruces me metía en la estación con el Jefe de Estación si llegaba antes que el otro tren y que nunca le faltaba carbón y a veces hasta un buen plato de olla ferroviaría. Sin duda, una experiencia que jamás olvidaré. Me alegro que también sea parte de tu infancia en el ramal de Matallana.
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    Y que decir de tus viajes por Birmania. Me los a punto para cuando vaya. No cambio esos trenes por ningun tren bala del mundo. Cuanto se aprende de esos viajes y pocos momentos tan evocadores pueden superar un viaje en tren de ese estilo. Y me refiero a esos trenes que describes de asientos de madera, y viajando con gente local.
    lo último de "¡Quiero volver a África! ¿es un propósito o una realidad? Ojalá sea tu próximo encuentro viajero. Ya dirás donde apunta tu dedo...

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  3. Los trenes... No imagino nada mejor (y si además son lentos) para ir recorriendo esos lugares, esos pueblos 'sin prisas'... Ni nada mejor para contemplar sus paisajes a la vez que dejas volar la imaginación a través de sus ventanas. No sé si entre tus pensamientos, en ese momento, sería el de tu deseo que expresas al final..., pero el mío, seguramente, hubiese sido, qué suerte poder ir a esta velocidad por la vida..., 'piano, piano', que dicen los italianos. Disfrutando de los detalles a cada paso, o, en este caso, a cada 'cha-ca-chá'... Supongo que a el mochilero le daría tiempo a ver paisajes, leer, comer y hasta alguna cabezada en su confortable asiento. ¿O no? :))

    Me encantan los viajes en tren y echo de menos (aunque no haya hecho muchos) los viajes nocturnos en 'coche cama' Aquellas literas con sus sábanas blancas y esa luz tenue de lectura... Esos que (como suele pasar en sueños...), te acostabas en una ciudad y despertabas en otra!! Bueno, si los 'chacachá', o movimientos propios de aquellos trenes.., te dejaban conciliar el sueño en algún momento.
    Pero tenían su encanto, su misterio, su 'aquél'..., aunque, en ellos, de paisaje poco... ji:))

    BlasFTomé, querido nostálgico viajero-insatisfecho-africano, al ver tu mochila azul en la foto, y llegar al final de tu post, he pensado que seguramente ella (tu fiel compañera de fatigas) también querrá ¡volver a África!!

    Espero que tu deseo (que no sueño porque ya eres casi embajador de ella), se cumpla... Y yo que lo vea y siga, aunque sea por aquí, a través de esta pequeña ventana...

    Besotessssss, Blas.



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  4. Ya veo que has tocado la fibra de más de un@ con el recuerdo de esos viejos trenes... o no tan viejos: ya sabes que a Granada todavía no ha llegado el AVE (y lo que te rondaré...), que llevamos 3 años sin tren y que (los tramos por donde no va a pasar el AVE) todavía están si electrificar. La carbonilla ha desaparecido sí, pero todos los días veo pasar un tren (diésel, supongo) tan lento como los que describes. Así que no estamos tan "lejos" de Myanmar.
    En cuanto a "En la actualidad, y en cuanto a la red española de alta velocidad, es la más extensa...", hay mucha tela que cortar, pero tal vez mejor dejarlo para otra ocasión.
    Bueno, te deseo que regreses pronto a África...y que nos cuentes todo con pelos y señales. Un abrazo.

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