6 de febrero de 2018

Los gatos saltarines / Myanmar (Birmania)

Una de las entradas al monasterio, desde el interior

Que el turismo (o el individuo ejerciendo de turista) es un poco estúpido en todas sus facetas y segmentos es algo sin duda constatable. Cualquiera que se dé una vuelta por ahí y ejerza un poco, solo un poco, de observador se dará cuenta de ello. Y este mochilero cree que se incrementa cuando el individuo/turista se mueve en grupo haciendo las vulgares ‘turistadas’. Debe de haber algo irracional en ciertos movimientos de este personaje, el turista, que siendo europeo, privilegiado social e internacionalmente y con cierto dinero/prestigio en el bolsillo, tiende a hacer el memo en cuanto se encuentra en un país, diría (‘entre comillas’), en desarrollo. Con estas afirmaciones, en apariencia rotundas, este leonés no pretende ser un fustigador con el resto de los mortales/viajeros e inmunizarse así mismo, envuelto en una farsante piel fina, ni tampoco pretende ser chismoso o arrogante enviando dardos envenenados al resto, pero…. 
En los alrededores del lago Inle, en Myanmar, había muchas cosas visitables. Podía uno descender de la barca y contemplar ciertas maravillas, o no, y sin andar muchos metros, incluso allí mismo a orillas del lago. Este era el caso de Nga Hpe Kyaung (monasterio budista del Gato Saltarín). “Este monasterio es famoso por sus gatos saltarines, entrenados para saltar a través de aros en las horas muertas entre recitales de escritura”, según señalaba ‘la lonely planet’ (el libro-guía), pero luego advertía que hoy en día se ven pocos gatos saltando ya que la nueva generación de felinos prefiere dormitar, a diferencia de sus energéticos antecesores, que ya habían pasado a mejor vida.
Cuadrilatero central con diferentes budas

El viajero insatisfecho entró, descalzo por supuesto, al monasterio del gato saltarín. Dentro, en aquella inmensa sala, toda ella de limpia y oscura madera que no importaba pisar con los pies desnudos (no siempre se podía hacer de manera higiénica), había una buena razón para la visita ante aquella gran colección de Budas en su interior. La gran sala de meditación de madera albergaba estatuas de estilo shan, tibetano, bano y de Inwa (muy antiguas), también de madera y colocadas formando un cuadrilátero en la zona central. Había una, sobre todo, muy venerada pues multitud de birmanos se postraban ante ella al entrar al monasterio. Al fondo había otro Buda que sorprendía por la ofrenda que tenía ante sí: una enorme sandía que incluso, a aquellas horas de la tarde, apetecía saborear. 
Pero a la derecha, nada más entrar, sobre una gran jarapa/alfombra había dos o tres gatos adormilados, sufriendo, uno de ellos, las caricias de dos jóvenes rubios (él y ella) que ensimismados no paraban de atusar la piel al paciente felino. Otro de los misinos permanecía tumbado, con la evidente desidia impuesta por la monotonía de la tarde. Pero hete aquí que un grupo de turistas nórdicos, por su pinta, daneses o noruegos (¡o a saber!), entró en el recinto en tropel. Uno de estos individuos al localizar a los animales, cámara en mano, se dirigió al gato (¿saltarín?) para hacerle unas decenas de fotos. Se acercó aún más, y le propinó al animal unos tiernos golpecitos (“¡levántate y salta!”, parecían decir) ante la pasividad gatuna. Insistía en su terca intención con sucesivos toques de atención al gato, mientras éste le observaba con felina mirada. Fotos y más fotos, de este individuo y del grupo de descendientes de antiguos germanos o sármatas que le acompañaban, a los felinos allí adormilados. Sin duda, el guía les había contado la anécdota sobre el monasterio y sus gatos domesticados, o habían leído ‘la lonely planet’. Sin duda, el veterano europeo quería llevarse a su tierra natal la foto del gato saltarín, haciendo cabriolas exclusivas para él. Pero no fue así. 
¿El turismo es estúpido, o no?. 
Este humilde mochilero no puede enseñaros una foto de los ‘gatos saltarines’ (?) pues por despiste o vergüenza ajena olvidó hacer.

Uno de los Budas con una sandia como ofrenda



Copyright © By Blas F.Tomé 2018

11 comentarios:

  1. Hay demasiado turismo sin curiosidad, aunque la curiosidad matara al gato...

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  2. Evidentemente la estupidez no conoce fronteras, y en un país tan visitado como este se ven unos cuantos. A mi de chico me chocaba en mi inocencia infantil de pueblerino casi todo de ellos. Y ya con la edad disfruto mas de las bobadas pero aprecio otras cosas. De todas forma lo que peor llevo es no saber idiomas para compartir mas.
    Creo que yo habría hecho fotos del guiri retratando gatos. jajaja

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  3. De esa "faceta" que apuntas tengo mi racioncita cada dia: manana tarde y noche.
    Creo que voy a empezar a escribir un libro de las fantasmadas que hacen los "turistas" informados por sus guias/papel, alentados por sus guias palabreros, incitados por su mala conciencia de "ricos y cultos civilizados", o, impelidos por su deseo irrefrenable de experiencias exoticas que colgar en sus innumerables muros.

    Creo que voy a preparar una listita!

    De acuerdo estamos, Tigre amigo.

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    1. Muy bueno Blas.
      Si, esos mininos estarán hasta los cataplines de los estúpidos turistas. Cuantos lugares dignos de conocer, se han arruinado y se van a arruinar (en el sentido de conocerlos) por culpa de los turistas y sus turistadas.
      Fijaté que era un país que le tenía ganas, y creo que ya he hecho tarde. Aunque seguro que quedará algo sin “perturbación”.
      Cambiando algo de tema, muero de ganas Blas que escribas algo de “los influencers”. Esa calaña de pseudo-viajeros que se creen que lo saben todo, que por tener seguidores venderían hasta su madre, y que eligieron el tema de viajes por elegir algo, como podría ser de zapatos, mascotas... Bueno, lo espero. Saludos

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  4. Con el turismo, Blas, me parece que pasa como en el resto de las actividades humanas: Hay economistas, médicos, barrenderos y oficinistas estúpidos. Y luego están los buenos profesionales. Lo que pasa es que muchos, cuando salen de vacaciones y para "pasarlo bien" olvidan o dejan en cuarentena muchas cosas que suelen respetar durante su vida de trabajo diaria Imagino que el que perseguía la foto del gato saltarín buscaba un montón de "likes" en las redes...
    Un abrazo!

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  5. Querido viajero,'refunfuñón' llamándose así, ¡qué quieres!? Es lo primero que 'saltaría a la vista'... :))  Pero menudo son los gatos... Y más si están 'meditando'...

    Aunque... ¿quién no fotografiaría a los 'mininos'?, me pregunto...  Bueno, uno ya me lo has desvelado:))

    Preciosa foto de Buda, Blas... Me quedo meditando ante ella... Así lo hubiese hecho de estar allí... Me hubiese llamado mucho más la atención que cualquier gato...

    Besosssss, viajero.  Y gracias por llevarnos a estos lugares tan lejanos...

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  6. Uyuyyyyuuuuy!Viajero Insatisfecho. Tan insatisfecho esta su merced con mi humilde comentario que me ha premiado con un lindisimo contenedor de basura?
    ESTO ES UNA NOVEDAD!
    LA PRIMERA VEZ QUE LO VEO.
    Explicacion por favor.

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  7. Que no. Que no, mi querida igoa-Pondy (mi maharaní). Tu comentario sigue ahí. Sería yo muy canalla si tan siquiera pensar en una eliminación. Que no. Que no y que no.
    Mira bien, hermosa.
    Un beso 'insatisfecho'.

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  8. Niña, igoa!!: es que no sé a qué te refieres entonces. Si te aparece una figurita como un cubo de basura quiere decir que si pulsas en él mandas el comentario a ese sitio.
    Puede ser eso. Inténtalo con este comentario, y lo mandas ahí, al cubo de basura. Si me desaparece a mí querrá decir que lo hemos logrado.
    ¡Inténtalo, anda!.

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  9. Que siiiiiiiiiiiiiiiiii! Que ya lo he entendido y comprobado "eso de la eliminacion". Lo que no entiendo es por que aparece solo en mi comentario.
    Yo no lo he puesto...
    Mejor me rio, No?
    Besos

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