18 de enero de 2017

Volcán Ijen, Java

Volcán Ijen (Java)

Ese día se levantó temprano, a la 1 de la madrugada, no de manera voluntaria sino impuesta por el conductor que conocía las circunstancias de la excursión. Y el viajero insatisfecho se despertó, por supuesto, encantado aunque solo hubiera dormido unas 3 horas, al fin y al cabo él era el interesado en visitar el volcán Ijen  (en la isla de Java) del que tenía noticias relativamente interesantes. Desde la posada donde había dormido un rato, era necesario cubrir unos cuantos kilómetros en un minibus y luego una ascendente y larga caminata hasta el borde del cráter. Cuando se terminó la carretera, el guía Suki (así se llamaba) se hizo cargo del grupo (una holandesa, un húngaro, dos coreanas y este mochilero). 
La ascensión al borde del cráter del volcán fue dura, según lo previsto. Un buen sendero pero con desniveles muy pronunciados hacían de la subida, desde el aparcamiento donde había quedado el coche, un difícil entretenimiento. Una vez en el borde -serían aproximadamente las 3 de la madrugada- eran necesarios 45 minutos de descenso por el interior del cráter hacia donde se producía la emisión del azufre, y lo que el grupo iba buscando: el 'blue fire' (la llamarada azul)Este particular fenómeno tenía su explicación porque en este volcán la roca fundida con lava que emergía de la tierra a temperaturas altísimas venía mezclada con gran cantidad de gases sulfúricos, que se incendiaban al contacto con el aire y producía esas llamaradas de color azul. Había tanto azufre que a veces fluía hacia abajo de la roca cuando se quemaba, haciendo que pareciera como si la lava azul se derramase por la ladera (así lo vio por momentos).


El minero sube en sus hombros el azufre

Durante el descenso para presenciar el fenómeno, el ambiente era total a aquellas altas horas de la noche. A otros grupos de descenso por una difícil senda de rocas, grandes piedras y guijarros y el suelo, a veces, resbaladizo producido por las recientes lluvias, se unían los mineros subiendo cargados con las cestas de azufre, pesadas cestas amarillas transportadas sobre su hombro. El peso aproximado, unos 60 u 80 kilos. El gran esfuerzo se veía en sus caras.
Pero una vez -en el fondo del cráter- a la misma orilla de la salida de gases que, de vez en cuando, el aire llevaba hacia las personas (mineros y visitantes), que quedaban envueltas en medio de una peligrosa nube de azufre (aunque cada uno iba provisto de máscaras de gas), el cercano espectáculo de llamaradas azules sorprendía. La poca calidad de la cámara fotográfica que llevaba este mochilero impide apreciar en las instantáneas la peculiar belleza, pero puede asegurar que fue un momento mágico, de los que cualquier humano recordaría toda su vida.


Blue fire

Para resumir el instante: estaba dentro de un cráter, con un lago al lado aunque sin poderlo disfrutar pues era noche cerrada, envuelto a veces en nubes de azufre y respirando de ellas ese peculiar olor aunque aminorado por las máscaras de gas, rodeados de puntitos blancos de luz de las linternas de los mineros trabajando y cortando azufre y las luces azules (blue fire) saliendo de la tierra y abriendo 'en canal' la noche.
Un inolvidable momento.


Minero trabajando al borde del lugar de emisión del azufre (este, sí, con máscara)

Serían las 4,30 de la madrugada cuando el grupo iniciaba el ascenso del fondo, despues de observar cómo los mineros cortaban el azufre a la misma orilla, sin protección de máscaras, con un único pañuelo que ataban a la cabeza. Se iban cruzando con otros grupos que en ese momento descendían y, a veces, dejando paso a mineros cargados que superaban al grupo.
Increible.
Con una linterna en la cabeza que no iluminaba mucho, era necesario subir con cuidado pues en algunos tramos se apreciaba el precipicio rocoso.
Amanecía poco a poco.
En una de las paradas obligadas en el ascenso (sobre las 5 de la mañana, ya amanecido), el vistazo el fondo del cráter era bello: se apreciaba por primera vez el lago azul y el humo de azufre en la misma orilla. Y la inmensidad del cráter de extraordinaria belleza.
De nuevo arriba, en el borde, una última observación paciente, madurada ya por el tiempo transcurrido y los minutos de subida. Se veía a lo lejos, en la ladera interior, algún minero subiendo cargado y se oían conversaciones cercanas entre los mineros descansando arriba. Un instante de relax por haber cumplido con éxito el tramo, y la safisfacción (insatisfecha) por haber visto, en la oscuridad de la noche, la llamarada azul.



El V(B)iajero Insatisfecho, arriba, después de subir del fondo del cráter
Copyright © By Blas F.Tomé 2017

3 comentarios:

  1. Ya sabes que a mi me haces feliz con estos relatos volcánicos. Enhorabuena.

    Gracias y saludos.

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  2. Parece que no el azufre puede con el TIGRE DE LEON....

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  3. Hola Blas: Comparto ese momento mágico en la distancia. Siempre le gustaría a uno tener para esos momentos el mejor equipo fotográfico, pero casi siempre sucede que, por una u otra circunstancia, no puede uno echar mano de él en esos momentos. Lo importante es que tú lo has vivido y nosotros también lo hemos disfrutado. Un abrazo: emilio

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