9 de enero de 2017

Trayecto en Sumatra

Bus del trayecto (lo de 'wifi' era una ilusión)

El trayecto de Medan a Padang, dos importantes ciudades en Sumatra, fue largo (unas 32 horas), pesado, 'cansino', perezoso, lento, en un bus que la primera parte del recorrido se averiaba un kilómetro sí y otro también, pero, eso sí, con un grupo de pasajeros nada ruidosos que mejoraban de esta forma el resto de calificativos dañosos para el viaje. Pero fue, y eso le gusto al viajero insatisfechoun compendio de vida, de salud vital indonesia, un muestrario del entorno natural que Sumatra tenía, al margen de las ciudades. El entorno rural. Era (y es) una de las zonas sísmicas más activas del planeta donde 'casi todos los años hay temblores significativos', según decía el libro/guía (Lonely Planet). No sufrió ninguno.
El trayecto fue un libro abierto del paisaje y vida de Sumatra. En los laterales de la carretera, en grandes plantaciones, las heveas -árboles del caucho- algunas de ellas en esos momentos sangrando el líquido lechoso, se alternaban con la campos de palmeras de aceite, y en los jardines o fincas cercanas a los nucleos de población también aparecían palmeras cocoteras. A lo lejos, salvajes, se mostraban además unas palmeras estilizadas con su tronco recto como pértigas, aunque de grosor algo mayor, que parecían alcanzar los 20 o 30 metros de altura o -siendo poetas- rondar el cielo. A veces solitarias, pero las más decenas de ellas en grupos. Bellas, estilosas y arrogantes. Y campos de arroz, en pequeñas terrazas irregulares llenas entonces de agua y con algún lugareño haciendo su labor de plantado. En algún extremo del extenso arrozal una de las terrazas verdes, muy verdes, convertidas en vivero de arroz. De allí, saldrían las jóvenes plantas para hacer el posterior sembrado. Pequeñas casetas-palafito en medio parecían ser de relajo y de olvido de la humedad reinante a su alrededor. Verde todo muy verde, casi brillante, y el día a ratos gris pero tambien soleado hasta que el agua rompía la tranquilidad. La lluvia comenzó a caer repentina, sin previo aviso, sólo el color algo más oscuro de las nubes amenazaba tormenta.
Y todo muy verde, verde la vegetación, las plantas trepadoras rodeaban los postes de la luz, los cables, y asfixiaban al resto de la arboleda. Agua, mucha agua que formaba constantes ríos que se abrían en canales de regadío, donde, a veces, los retretes montados por los campesinos ocupaban las orillas. Retretes rudimentarios, con cuatro plásticos que conformaban el cuchitril, y en forma de pequeños palafitos que facilitaban la caída directa del excremento al agua. La carretera bordeaba al río en multitud de tramos y circulando por ella el pasajero veía un sinfín de pasarelas, puentes maltrechos pero que respondían a su función. Los tejados de hojalata y latón oxidados por la lluvia y humedad eran casi el único contraste al constante verde reluciente y vivo. Y en cada pueblo una mezquita, todas ellas anunciadas a la entrada con vistosos carteles (Masjid Al-Masahud, Mesjid Al-Yunus, Masjid...). No supo por qué unas veces Masjid y otras Mesjid.
Da igual.
Antenas, muchas antenas parabólicas; cada casa, una. Todas iguales, se podrían concretar en 'Sumatra Style'.
Verde y más verde. Algunas plantas de plátanos, en huertos cercanos a las casas, ampliaban el abanico de naturaleza viva. Y en algunos lugares, pinos resinosos, altos, vigorosos, rasgados con grandes endiduras para sacarles la resina mejor, su savia enriquecedora. No parecían ofendidos por el corte pues se les veía fuertes y vitales.
Y en los huertos, limas, papayas, cacao (verde, amarillo y violeta), rambutanes, y más. Muchos viveros con jóvenes promesas de más naturaleza y verdor. No vio la del durián pero la había pues en ciertos tramos de la carretera los lugareños vendían su fruto. Este mochilero tiene especial atracción hacia ellos. Su buen sabor pero su mal olor le motivan ('le ponen') y, además, era el producto fetiche de esta extensa región al sureste de Asia, no sólo en Indonesia.
Y arroz secándose al sol. El producto estrella de todo Asia templando armonías con el hombre, con el pueblo llano. 
Y así, hasta el fin.
Campos de arroz

Antenas parabólicas

Mezquita

Mezquita

Rios

Campos de arroz

Pasarelas


Nota explicativa: Las fotos no son buenas. Estan sacadas desde dentro del bus en marcha.


Copyright © By Blas F.Tomé 2017

4 comentarios:

  1. Entiendo que se te hiciera pesado, Blas. En "mi" google dice que hay una distancia de unos 700 km. y que ese recorrido de puede hacer (en circunstancias normales, supongo) en 18 horas. Si tardó el doble no veo exagerado lo de la averías un km sí y otro también.
    Pero bueno veo dos cosas positivas:
    1. Te veo contento
    2. El bus tenía wifi :)

    Un abrazo!

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  2. Me encanta este post tuyo tan reverdecido de colores y estilo. Asi me gusta nuestro Tigre. Lo del tiempo busero, ya se sabe lo que se cuece en temporada de lluvias, y lo del Wiffi fantasma y lo de las averias...
    Lo mejor es la gente que todo se lo toma con filosofia, que diria mi madre.
    Bueno, ya nos iras contando peripecias.
    Besos

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  3. Cómo he disfrutado con tu descripción. Has conseguido hacer desaparecer al Viajero I para poner en su lugar al lector que se mueve entre los extraordinarios verdores y esa vida asiática tan particular y vitalista.

    Gracias y saludos.

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  4. Realmente te explican tan bién que ni hacen falta fotos para verlo todo a traves de tus ojos.
    El bus en silencio es una gozada, y lo lento...matador pero muy rico en imágenes y emociones. Lo de la fruta tan fresca son palabras mayores y otro motivo de envidia. Me ha encantado el viaje como todos los tuyos.

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