27 de agosto de 2015

La Jaffna tamil

Templo hindú Naga Pooshani Amman Kovil, en Nainativu

Un poco fuera de la habitual ruta turística en Sri Lanka (aún no tiene buena prensa la estabilidad de la zona) se encontraba Jaffna, ciudad principal y base del territorio tamil. Algunos mensajes que recibió este mochilero antes del viaje eran que se necesitaba un permiso especial para viajar allí, otras lecturas decían que ya no era necesario. Con la incertidumbre de si tendría algún problema, al carecer de todo papel especial, se montó en aquel bus en Dambulla que le llevaría al centro de Jaffna. El viajero insatisfecho pensaba que podría ser una ciudad sugerente y que merecería la pena visitar aunque solo fueran dos días. Sin problemas en el trayecto, igual que en cualquier otra parte del país, tal vez una más evidente presencia policial en la ruta pero nada más. Ni permisos ni gaitas.
Viendo de la zona sur al llegar a esta ciudad lo primero que se percató fue del aumento de ‘saris’ como vestimenta en las mujeres, normal por otra parte en un área en la que prevalece la religión hindú. Por lo demás era una ciudad anodina que carecía de encanto. Pero la idea era visitar más al noroeste las islas que rodean la península de Jaffna, islas por cierto muy azotadas por el tsunami de hace unos años. Aún se veían ciertos vestigios de su paso aunque para los visitantes novatos difíciles estos de apreciar. Es más, no sabría distinguir estos daños de los producidos por la guerra que habían librado no hacía muchos años contra los cingaleses del sur. Pretendía visitar los templos hindúes famosos por el peregrinaje y le devoción que el pueblo ceilanés les dedicaba.
Abordó un bus local en la estación central a primera hora de la mañana y se lanzó a la búsqueda de templos, como si de un extemporáneo peregrino se tratara. El bus atravesaba los barrios periféricos de la ciudad; pasaba de isla en isla a través de carreteras elevadas sobre un mar poco profundo, casi perecieran marismas; atravesaba campos y campos de estilizadas palmeras, palmyras, y paisajes que mirados con cierta atención semejaban a extensiones fantasmagóricas. Pequeños pueblos pero, como todos los del país, con abundante presencia de gente por todos los rincones.
Cola para subir al barco a la isla de Nainativu

Interior de la bodega del barco

El destino final era la isla de Nainativu, donde para llegar, ahí sí, había que coger un pequeño barco. Y los barcos daban respeto. El viaje de unos pocos kilómetros a la isla (desde el pequeño muelle se veía a lo lejos) se realizaba en la bodega de un pequeño buque militar -dijeron- atestado de peregrinos con caras de cierta incertidumbre o, quizás, miedo. ¿O el miedo lo tenía este leonés al comprobar dónde se iba a meter?. En esos momentos recordaba las noticias de barcos hundidos por la zona con cientos y cientos de pasajeros atrapados en su interior. Adelante valiente!. Si van ellos ¿por qué no subir?.
Se visitaban dos templos, uno budista, discreto, y otro hindú, con sus esculturas kitsch, cuasi pretenciosas,  y sorprendente colorido. Llegó en el momento de la puja (ofrendas) y presenció un espectáculo, más kitsch aún, lleno de sonido y rezos en su interior. Para acceder, con respeto le pidieron se quitara la camiseta, además de las zapatillas, y, así, luciendo sin pudor su ‘tripilla-cervecera’, accedió.
¡Cosas de la religión hindú!.
Acceso al interior del templo hindú donde se celebraba 'la puja'


Copyright © By Blas F.Tomé 2015

3 comentarios:

  1. Nos haces una inmersión detallada en la zona y en sus formas, en la perplejidad del viajero y en la auténtica vida de un lugar "otro" al que sin duda merece la pena acercarse.

    Gracias y saludos.

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  2. Aquí, en nuestro país, no hace tanto tiempo que pedían, sobre todo a las mujeres entrar con "decoro" al templo (es decir que se pusieran una chaqueta o un pañuelo para cubrir el escote y los hombros...) y supongo que en algunos de ellos, regentados por curas más papistas que el Papa (numerosos, como estamos viendo desde el nombramiento del Papa Francisco) continuarán con esta "tradición".
    Ya veo que allí tienen la costumbre opuesta: sin zapatillas y sin camiseta: una buena ocasión perdida para un selfie de esa tripilla cervecera :)
    Un abrazo!

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  3. Oye pues visto lo visto, y por las fotos, creo que debió ser mas interesante esa travesía en el barco que los propio templos. Seguro que alguna anécdota con las paisanos tendrías además de las propias que comentas del templo.
    Buena experiencia nos detallas, y a mí por lo menos me dejas con hambre de más.
    Saludos Blas :)

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