18 de enero de 2015

De Siem Reap a Battambang

De Siem Reap a Battambang  (dos ciudades camboyanas) se podía ir en un ordinario bus dando un gran rodeo o pagar un inflado ticket -muy caro comparado con el del bus- para cruzar el Tonlé Sap (el lago orgullo de los camboyanos), en un pequeño barco de recreo o excursión, evitando así el largo trayecto por carretera. 
Hasta los topes iba. 
Repleto de mochileros que querían vivir la experiencia, aunque la gran mayoría no imaginaba, el viajero insatisfecho tampoco, que en vez de ir cómodamente sentados, el completo pasaje iría literalmente apiñado, al bordo de la incomodidad, o sobrepasada ésta.
En la cubierta tumbado, o sentado, o sin saber que postura tomar, el sol calentaba a rabiar y el dañino sudor 'de hamaca de Benidorm' comenzaba a brotar en la piel. En medio del lago, la percepción era de total vulnerabilidad.
Calor y más calor, sudor y más sudor. Con el paso de las horas el hábito a sufrir mermaría las funestas sensaciones y el cabreo inicial. Como contrapunto, a su alrededor pasaban poblados flotantes (varios), pequeños o grandes y no menos extraños; débiles barcos de pescadores artesanos a las orillas; campos de arroz ya recolectados y secos, los más, y otros verdes y atrayentes; campos de maíz recién sembrado, con sus primeros brotes, y muchos, muchos palafitos de lugareños.
Un paisaje fascinante que obligaba olvidar la piña de mochileros que sufría las inclemencias del sol.

Después de haber cruzado el lago Tonlé Sap, en las márgenes del río que ascendía hacia Battambang formando constantes meandros, se visionaba, también, un espectáculo de niños que saludaban y gritaban la novedad; mujeres afanosas en la limpieza de los peces pescados; hombres en las orillas, algunos con el agua al pecho -desnudo-, cambiaban y reponían redes que hacían flotar con botellas de plástico.
Actividad, mucha actividad.
Casas levantadas sobre altos pilotes a la orilla, y plásticos de diferentes tamaños que sobre cuatro palos de bambú conformaban otros humildes hogares de pescadores en los múltiples recodos del rio.
Con el paso de las horas, que fueron muchas, el río era cada vez más estrecho y a la barcaza, repleta de holgazanes mochileros, cada vez le costaba más surcar sus aguas.
Al caer la tarde, cuando el sol perdía intensidad, la sensación de relajo y tranquilidad comenzaba a aflorar. Es más, era primordial para la mente del viajero. 
Cuando la noche ya era cerrada el barco llegaba a Battambang.
Feliz trayecto.



Copyright © By Blas F.Tomé 2015

8 comentarios:

  1. Así da gusto, Blas. Comenzando el año de viaje. Espero que disfrutes en Camboya. ¿Next station después de Battambang?

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  2. Yo me apuntaba a ese insufrible trayecto pagando lo que vale. Si es que en el fondo me va sufrir! Que continúes felizmente tu viaje. Por si no lo sabes, que seguro que sí pero quiero dejarlo claro: la envidia me corroe.

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  3. Una travesía vivida y contada "a la Blas", con todo el realismo y la distancia de quien parece que, algunas veces, es más insatisfecho que viajero, aunque ya sé que solo lo parece.

    Gracias y saludos.

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  4. Hola Blas: ¿estás ya de vuelta? Supongo que sí, porque ahora que echo cuentas hace casi un mes que tu partida.
    No sé si después hiciste el mismo viaje de vuelta en bus o continuaste el camino. Yo, viajero experimentado (Ja!) seguramente hubiera elegido el bus para el trayecto. Pero en fin, doctores tiene la iglesia.
    Bueno Blas, ya nos vas contando.
    Un abrazo!

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  5. Eso te pasa por querer "lujearte". Jajaja! Y no tenias un paraguas bengali? Ya ves com podia haberte servido.
    Besos

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  6. Me está encantando tu viaje por Camboya, y me estás destapando muchos recuerdos que tengo de mi paso por allí. Sigo adelante...
    (a por cierto, y veo que cada vez tienes seguidores más selecto: el gran Óscar Presilla es también uno de tus amigo. Buena gente!!!

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  7. Bueno. Los viajes fluviales tienen eso.
    A mi a los cinco minutos ya ando más aburrido que un vocal de mesa.
    Pero bueno, ahí todo apiñado entre mochileros alguna plática casual te saldría.

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  8. Que gozada leerte, he recordado Siem Reap, un lugar mágico al que volvería ahora mismo... Cuando llegué a Phonm Penh (hace 2 años en marzo) me encontré el río con el caudal muy bajo así que el viaje en bus fue obligatorio por lo que decidí coger un pequeño bus por el interior.Fue una experiencia terrorífica. En medio camino comenzó una tormenta, el tráfico era de locura, sin orden y a lo loco.Lo mejor fueron los paisajes y los pueblos de la carretera con imágenes que se quedan grabadas en la mente.

    Saludos

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