10 de enero de 2014

Las cataratas Victoria / Zambia

¡Excelentes!
¡Inmensas!.
¡Atronadoras!, ¡majestuosas!, ¡grandiosas!. ¿Queréis que este leonés continue con más calificativos sobre las cataratas Victoria? Tienen, quizás, menos prensa que las cataratas de Iguazu, que las de Niágara, o el Salto del Ángel (o las cataratas Paraiso, de la pelicula ‘Up’), pero son de una excepcional belleza. Situadas en la línea divisoria entre Zimbabwe y Zambia, en África, se convierten en lugar ideal para mochileros aventureros pero también (y más) para turistas de 4 x 4 y guía traductor de español. Aunque para las tribus locales eran Mosi-oa-Tunya, que significa ‘el humo que truena’, el explorador escocés David Livingstone las rebautizó en 1855, en honor a la Reina Victoria I de Inglaterra, mucho antes de que le encontrara en Ujiji, a orillas del lago Tanganika, Henry Stanley. Pasaron a la posteridad, especialmente para ‘el mundo blanco’, con el pomposo y presuntuoso nombre de cataratas Victoria pero estas atronadoras aguas se merecen más el nombre original.
Livingstone prosiguió después sus exploraciones hasta que murió en 1873. Y lo hizo en Zambia a causa de la malaria y disentería. Su cadáver fue trasladado a Inglaterra, y enterrado en la Abadía de Westminster, aunque ciertas leyendas proclaman que su corazón le fue antes extirpado para que reposara en África.
Muy fácil
(nada que ver con lo que le costaría a Livingstone) le resultó al viajero insatisfecho llegar a la increible turba de agua que al impactar con el fondo desprendía un aparente vapor, convertido en una implacable lluvia para el visitante, a quien regaba sin descanso; oir el sonido atronador; disfrutar de la rara tranquilidad, y transladarse a la época en que Livingstone pisó el lugar: un minibus ofertado por el Livingstone Backpackers, dónde se hospedaba, le acercó a la puerta del Parque Nacional Mosi-oa-Tunya.
Durante dos horas recorrió todos los pasillos/vías cimentados y empedrados que la organización ofrece para sortear la maleza, siempre acompañado por el trueno de aquellas aguas saltarinas.
Multitud de páginas se han escrito sobre este lugar. No va a descubrir con este texto una catarata más, pero siempre le quedará el efímero momento en el que sintió las primeras gotas de agua/vapor, desprendidas por el aún lejano salto.

Copyright © By Blas F.Tomé 2014

5 comentarios:

  1. Los rincones míticos siempre favorecen el alma del viajero. Un fuerte abrazo amigo

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  2. Pues si Blas, un lugar grandioso e ineludible para los que anden por esa zona del África austral. Particularmente me gustan más que las de Iguazú y mucho más salvajes.
    Aún recuerdo el camino hasta llegar allí, los traviesos babuinos en busca del algún despistado turista para un ganarse un snack.
    Saludos

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  3. Y qué momento el de esas primeras gotas de lo que se espera, de lo que se desea, de la sorpresa que será vivirlo en directo...

    Gracias por ofrecerlo y saludos.

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  4. Esas "cataratas de tu Africa" me persiguen desde hace tiempos. Sera este el anuncio del tiempo propicio?
    Ah! Hay quien dice que, por los embalses, a veces tiene poca agua. Cuando habria que ir para revivir tu experiencia?
    Y que conste que soy fanatica de Iguazu, y solo de ellas. Pero a pie y desde Argentina.
    Besos

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  5. Livingstone te estará vigilando. Qué maravilla que estés escuchando ese rugido atronador y contemplando esa belleza de las cataratas. Eso si que es empezar bien el año!
    Esas pantorrillas leonesas parecen en forma ¿no?
    ¿Has hecho el rafting? Esta aventurera lo hizo hace un tiempito ya. Sigue contando, y besos hasta África.

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