7 de enero de 2012

Había que amortizar el tique

Ufffff. ¡Qué pereza -pensaba entonces- visitar en aquellos momentos Vimanmek Mansión Museum, muy distante de donde el viajero insatisfecho se encontraba!.
El tique de entrada lo tenía. Iba incluido por no sabe qué razón en el tique conjunto que vendían en el Gran Palacio de Bangkok ya visitado.
¡Había que amortizarlo!
Sorprendentemente, la mansión -muy turística para los visitantes locales que deseaban ver donde veraneaba su venerado y antiguo rey Rama V- era una belleza, cuidada, inmensa, relajante, delicada y considerada la vivienda de madera de teca más grande del mundo.
Era difícil escuchar a la guía -obligatoria para la visita- aunque su inglés no era tan malo con el del mequetrefe mochilero, pero era fácil sentir descalzo la madera de teca, toda ella; admirar las estancias, con sabor del siglo XIX, las antecámaras y maquesinas de diferentes tamaños; las vitrinas repletas de objetos de cristal, de porcelana, oro, plata y marfil; el mobiliario artesano europeo, o chino, de maderas nobles y bellas incrustaciones de piedras de colores; la sala de la reina; el cuarto de baño del rey y, en fin, multitud de recuerdos personales que la bella guía thai se esforzaba en detallar al son de su rítmica cantinela en inglés.
Al salir, después de calzarse las zapatillas, era el momento de buscar la cámara, guardada a buen recaudo por imperativo thailandés, y hacer la fotografía de rigor ante la casa (prohibido en su interior).
Siempre un ‘pelín’ renegado, el mochilero no quiere mostrarse en ella.



Copyright © By Blas F.Tomé 2012

2 comentarios:

  1. Ya me parecía a mí que algo habría de haber... ¡tramposo!
    Bien amortizado el tique con esas pisadas nuevas sobre suelos tan pisados. A mí siempre se me va la cabeza en esos momentos a un montón de siglos atrás y me imagino escenas que, a buen seguro, sucedieron allí mismo.
    Un momento, amigo, un momento o un instante que diría alguien más fino, una caricia para recordar o para que te asalte cuando menos te lo esperas.
    Sea como sea y sea donde sea, cuenta, cuenta más, que tus cuentos son medicina. Me-se-entiende...¿no?
    Y besos abrazados, que también son medicina, aunque sólo sean de letras.

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  2. Así que de mudanza ¿eh? Bueno, eso no es importante, lo importante es que sigues tan rebelde y viajero como siempre y que se nota que no te pega visitar un palacio lujoso.

    Gracias y saludos.

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