11 de septiembre de 2008

La flor de la montaña

Cuando el viajero, después de una tempranera e impresionante tormenta tropical, ve aquella flor de la montaña crecer orgullosa, aguantar las tiernas ráfagas de viento al amanecer y absorber la lluvia recién caída, piensa en el poderío de Inka Yupanki (o Pachakuti), que desde aquella impresionante y privilegiada atalaya ajardinada (frase prestada), controlaba a sus trabajadores afanados en la construcción de su hacienda Real (Machu Picchu), y donde ahora, más de quinientos años después, esta hermosa flor escudriña y tantea los valles con su hierática mirada.
Domina Machu Picchu, como un día lo hiciera Inka Yupanki; vigila su poderío, como un día lo hiciera Inka Yupanki, y acaricia el cielo, como un día -también- lo hiciera Inka Yupanki.
Al frente, las ruinas de un imperio orgulloso; a la derecha, el empinado barranco que adormece o, quizás, solivianta al hermoso río. Este mochilero, a su lado, observa el entorno del Paraíso o, al menos, así se lo imagina.

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3 comentarios:

  1. Hola Blasft. Parece más hermosa y de leyenda después de leer Yupanki que si la hubiese visto sólo en la foto sin el texto. Qué ganas dan de viajar de esa manera! Un saludo.

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  2. "Seco", has vuelto a la inspiración aunque un poco cursi con todo esa carga de imaginación para un simple hierbajo que ha salido en ese cerro situado en el Perú, en fin vas empeorando con tanta cursilería, me gustabas más cuando hablabas del Lemur de cola anillada o de tu consolación solitaria...

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