11 de octubre de 2007

¡Ya tengo al español!

Hace unos días este viajero insatisfecho leyó en el periódico que a Calderón, presidente del Real Madrid, le habían detenido unas horas en un aeropuerto como sospechoso de “no sé qué”. Ningún interés tiene en parecerse a semejante personaje, pero esa experiencia le hizo recordar su salida por el aeropuerto de Guayaquil (Ecuador), después de disfrutar de su mochila en un periplo de 25 días por Perú.
Había facturado su raído morral, le habían cacheado como a todos y había pasado el control de pasaportes, cuando un joven, serio y seco policía ecuatoriano -ya en el interior de la sala de embarque- le pidió el pasaporte y le conminó a que le acompañara a un pequeño habitáculo de la sala. Allí le registró su mochileja de mano y, una vez finalizado, le hizo un interrogatorio policial serio, pensado, razonado (de eso se daría cuenta más tarde).
¿Por qué entró por Guayaquil para visitar Perú habiendo en Lima un bello aeropuerto?. “Vine a ver a un amigo”. ¿Vino a ver a un amigo o a una pelá?. “A un amigo”. ¿Por qué vuelve a salir por Guayaquil estando útiles los aeropuertos internacionales de Perú?. “Porque quería conocer Guayaquil”. ¿Para qué vino a Perú?. “Para hacer turismo”,……, y más y más preguntas.
¡Acompáñeme!.
Le llevó por un estrecho pasillo (rampas y escaleras) donde se cruzaron con otro poli ecuatoriano: “¡Ya tengo al español!”, le espetó, casi sin mirarse. “Usted me dijo que esto era un control rutinario y, ahora, a su compañero le dice que ‘ya tengo al español”. Se detuvo: “Usted, hermano, podría transportar droga peruana a España, a través de Guayaquil. Le registraré su equipaje facturado, esté donde esté”.
Ufff. Iba pensativo, temeroso. Con temblores. Conocían todos los pasos, salidas y entradas de Ecuador. Los ordenadores en los puestos fronterizos también cumplen esa misión.
Sacaron la mochila, ya en la panza del avión, después de mucho rebuscar en sus tripas y, allí, en la propia pista de aparcamiento de aeronaves, el policía -sintiéndose Sherlock Holmes- la desvalijó. Estaba desordenada, llena de inmundicia y ropa sucia, pero no dejó un calzoncillo-manchado sin revisar.
¡Visto!.
Ni un ¡perdón!. Ni una simpática sonrisa.
Esperó a que la rehiciera y acompañó a este viajero insatisfecho al terminal, que iba preguntándose: “¿Ya tengo al español? ¿Qué habrá querido decir?”.

4 comentarios:

  1. Blas ese día te tocó a ti! Eso me pasa a mi y me da algo jejeje. Menos mal que tu eres viajero experimentado y estás curado de espanto, pero creo que Ecuador no te habrá dejado un buen sabor de boca.
    Un besazo.

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  2. "Seco", te tengo dicho que cambies de "look", con esos atavíos que llevas, greñas, barbas..., es lo más normal del mundo que sospechen de tí, el policía "seco" y joven fue muy bueno al no encerrarte en las mazmorras un par de semanas; y cómo te va a pedir perdón después de tactar y oler tus zurrapas que estarían en tres dimensiones, en todo caso serías tú a el, fuieste un mal educado.

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  3. Jajaja. A mí sí que me detuvieron. A ver si un día acabo las crónicas de Albania y cuento cuando me pararon y registraron en el aeropuerto de Grecia. Eso sí que fue un drama.

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  4. Juer, eso no es ná!, un dia a mi me hicieron bajar a punta de escopeta los mossos de escuadra en un peaje en figueres y me decían "baja del coche o te meto un tiro!!!" y yo decía "tranki, trankiiiii..." y como luego vieron que no era yo el que buscaban ,me invitaron a unas cañas.

    De acuerdo con conquense, debiste disculparte por lo de los calzoncillos, jejejejeje.

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