13 de mayo de 2007

Medio Marañón, medio Lope de Aguirre



Este mochilero, en el año 1996, se sentía explorador, aventurero y mequetrefe, a la vez, bajando el inmenso río Amazonas, en un barco local, desde Manaos a Belem (5 días), durmiendo en hamaca (comprada, por cierto, a la salida), en el segundo piso del barco, pasando los días contemplando las lejanas riberas selváticas y aburriéndose como una lagartija al sol. Largo viaje, pero necesario para el espíritu de entonces.
Marañón y Lope de Aguirre lo habían hecho antes, maldiciendo los mosquitos y bichos raros, nada lejos de la realidad actual para cualquier intrépido turista que se acerque a sus orillas.
En días secos, aquella selva estaba infestada de mosquitos zancudos que los indios llamaban 'carapanás', sobre todo al oscurecer y en la noche. Era imposible evitarlos y algunos soldados se cubrían la cara con trapos, pero siempre hallaban los mosquitos algún resquicio en el pescuezo o en la oreja o en la mano(“La aventura equinoccial de Lope de Aguirre”, de Ramón J. Sender).
Javier Reverte, mi referente periodista aventurero, vino después y escribió “El río de la desolación”, que leí sintiéndome descubridor. Hoy, cualquiera habrá tenido su oportunidad; ayer (el del 96), yo lo sentía como experiencia vital.
Hasta aquella travesía, nunca había tirado objetos a los pobres, ni a los pedigüeños y ni siquiera a los más míseros personajes de Old Delhi, que se merecían su propia dignidad. Todo lo había entregado en las manos, sin permitirme arrojarlo como se hace con un perro callejero, pero al ver la pequeña piragua con dos niños acercarse a nuestro “autobús-de-río” y conocer sus intenciones, tiré camisetas, pantalones, bañador e, incluso, unas zapatillas que se hundieron en pocos segundos en el ancho Amazonas, sin que a los niños, agitados por el diluvio de objetos, les diera tiempo a impedirlo (ver fotografía grande). Entonces, me sentí cooperante, generoso e intrépido, nada parecido con lo que en estos momentos pasa por mi cabeza.
Rescatar esa suerte de aventura, es empequeñecer mi persona. Me lo merezco.

3 comentarios:

  1. Justo ayer hablábamos de esto, ¿te acuerdas?.
    Pero no hay que sentirse culpable por lo hecho. Cada momento requiere una acción y una decisión, y esa hay que tomarla en ese mismo instante porque simplemente te lo pide el cuerpo, o la conciencia. Nada de arrepentimientos después.

    Gracias por querer compartir con nosotros tus pensamientos, y ahora,... tus cañitas.

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  2. "Seco", a tí no te pican ni los tábanos, eres pollino viejo.
    Si tienes escoliosis no será por cavar, si no por el tiempo que pasas en esas incómodas hamacas.

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  3. "Seco", no sé noticias tuyas, es que has arrojado la toalla o estás procreando.

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